Cuando era pequeño, solía quedarme absorto mirando la pantalla de la televisión. Confieso que, no era que me gustara el programa que estaban trasmitiendo, pero tenía una curiosidad inmensa por saber de que trataba la conversación que mantenían los personajes, pues hablaban otro idioma. Me decía: wow, debe ser chevere entender y hablar como ellos! Así que fue precisamente la curiosidad lo que me llevó a interesarme por conocer un idioma extranjero.
¿Qué cómo me fué? Te explico, me apasionaba la idea de pronunciar palabras diferentes pero que tenían un sentido. No podía dejar de hacerlo, y cada vez que aprendía algo nuevo, más quería saber. Era hambre de idioma lo que tenía.
Como consecuencia quería contarles a todos, y mi abuela, con quien mas tiempo pasaba, era quien más sufría. Aun recuerdo sus palabras “Me vas a volver loca”. No puedo evitar sonreír mientras escribo. Pues se me dibuja en la menta esa escena.
Aprender un idioma es apasionante, y aunque tiene sus retos, los beneficios son incalculables, te menciono algunos de ellos:
- Tu cerebro será capaz de tomar decisiones más razonables.
- Le darás un impulso a tu carrera independientemente del área donde trabajes.
- La posibilidad de adquirir trabajos internacionales.
- Comunicarte con personas que no hablen tú mismo idioma.
- Te sentirás más seguro de ti mismo.
- Tendrás algo de qué presumir.
- La posibilidad de ganar plata desde casa.
Lejos de crearte confusión, esquizofrenia o una personalidad dual, como erróneamente se creía, aprender un idioma diferente te abre puertas a lugares inimaginables. Si has comenzado en este mundo de los idiomas, ¡bien hecho! No te arrepentirás, y si no lo has hecho aún, ¡estás a tiempo! Nunca es tarde para empear tus clases de idiomas. En próximos artículos estaremos explicando cómo sacarle partido a las ventajas de aprender un idioma que anteriormente mencionamos.
¡Hasta la próxima!