Andrés Felipe Lozano Calderin

Tengo 18 años y quiero trabajar como profesor particular de matemáticas porque sé, por experiencia propia, que esta materia no es difícil: suele estar mal explicada. Durante años vi a compañeros frustrarse, memorizar fórmulas sin entenderlas y convencerse de que “no servían para las mates”. Ahí entendí que el problema no es el estudiante, sino el método.

Mi forma de enseñar es distinta. No empiezo con reglas vacías ni con ejercicios mecánicos, sino con ideas claras, ejemplos cotidianos y preguntas que despiertan el razonamiento. Me interesa que el estudiante entienda el porqué de cada paso, que pierda el miedo a equivocarse y que gane seguridad al pensar por sí mismo. Cuando alguien comprende, los resultados llegan solos.

Soy paciente, cercano y explico las veces que haga falta, cambiando el enfoque hasta que todo encaje. No creo en la presión ni en el aprendizaje por castigo; creo en la confianza, en el diálogo y en adaptar la explicación a cada persona. Las matemáticas pueden ser incluso entretenidas cuando dejan de sentirse como un enemigo.

Busco este trabajo no solo para enseñar, sino para demostrar que aprender matemáticas puede ser una experiencia positiva y transformadora. Mi objetivo es simple: que el estudiante pase de “no entiendo nada” a “ah, ahora tiene sentido”. Y cuando eso ocurre, sé que el trabajo está bien hecho.