Introducción a la alfabetización digital

Para enseñar alfabetización digital a adultos mayores, lo primero es crear un ambiente cálido, donde se sientan cómodos, escuchados y seguros para preguntar sin miedo. La clase empieza con una conversación informal, donde les doy la bienvenida, hablamos un poco de sus experiencias con la tecnología y les explico, de manera sencilla, qué vamos a aprender y por qué puede ser útil en su vida diaria. El enfoque es totalmente práctico, con actividades paso a paso que parten desde lo más básico, como encender el celular, reconocer los íconos en la pantalla o escribir un mensaje. Cada acción se muestra lentamente, usando ejemplos cercanos: cómo enviar una foto a un familiar, buscar una canción en YouTube o usar WhatsApp para saludar a un ser querido. Trabajo con el dispositivo que cada uno tenga —aunque sean diferentes— para que aprendan desde su realidad. La clase se convierte en una conversación constante, donde reforzamos lo aprendido con la práctica, y nos apoyamos en fichas impresas con íconos grandes o videos explicativos que pueden repasar en casa. Sé que este proceso no ocurre en una sola sesión, por eso organizo el contenido en módulos pequeños que se retoman al inicio de cada encuentro, reforzando lo anterior antes de avanzar. Valoro cada logro, por pequeño que parezca, y les recuerdo que aprender también es volver a intentar. A medida que ganan confianza, se animan a preguntar más, compartir entre ellos y hasta enseñarse mutuamente. La clase se convierte así en un espacio de encuentro, aprendizaje y dignificación, donde no solo adquieren herramientas digitales, sino que se sienten incluidos y valorados en un mundo que muchas veces los ha dejado de lado.